DESCUIDADOS
Sin darnos cuenta, tropezamos
en la esquina de los descuidos,
con nuestros baúles vacíos
de cuanto no llena, y pesa.
No advertimos
que el semáforo parpadeaba
con insistencia ámbar,
advirtiendo del peligro.
Y aceleramos…
Imprudentes,
por la senda del descuido.
Descuidamos las caricias
revestidas de rutina,
las miradas compartidas
y confidentes silencios.
Descuido uno del otro,
descuido…¡ Tanto descuido!
Y allí, en la esquina sin retorno
quedamos solos los dos,
descuidados de nosotros…
totalmente, descuidados.