150 Rosas

Mi relato "La amante clandestina" se publicó en la antología titulada "150 Rosas" de la editorial Divalenti.


LA AMANTE CLANDESTINA
            Tras más de cuatro lustros de convivencia sin sobresaltos, dos hijos en común, una hipoteca ya pagada y múltiples complicidades compartidas, creí mi matrimonio inmune al desgaste del tiempo y las rutinas. Me sentía razonablemente feliz. Es cierto que el sexo había dejado de ocupar espacio en nuestras vidas, pero incluso resultaba cómodo. Hacia mucho que cada cual se limitaba a calentar a solas su lado de la cama. Debía de ser lo normal a nuestra edad y en nuestras circunstancias, me autoengañaba. Aunque a veces, el simple recuerdo de esos momentos en que nos abrasábamos juntos hasta alcanzar un éxtasis indescriptible, todavía me pellizcaba el alma. Pero bueno, aquello ya era historia.

            De ahí mi estupor cuando descubrí que Miguel disfrutaba desde hacia meses de una amante clandestina, más joven, más alta y delgada, más rubia y excitante aunque también más aburrida -según sus propias palabras- que yo. Ese descubrimiento resultó devastador para mi ego y para mi matrimonio. Él se resistía a perder la confortabilidad de su hogar refugio y aseguraba querernos a las dos; a cada cual en su parcela. Su propuesta consistía en continuar como hasta ahora. Como es natural me negué, y con toda dignidad –lo único que a esas alturas permanecía intacto en mí-  le exigí que esa misma noche abandonara nuestra casa y mi vida.

            Varias semanas más tarde volvió para recoger sus pertenencias. Le dejé hacer. Al despedirnos, me miró como no lo hacia desde muchos años atrás. Desnudándome hasta el alma. Yo absorbí su mirada sintiendo, a mi pesar, como todo el deseo dormido durante tanto tiempo despertaba incontrolable. Las manos voraces, comenzaron su  alocada búsqueda hacia los resortes infalibles. Ni siquiera pudimos alcanzar el dormitorio y allí mismo, sobre la alfombra del salón, recorrimos otra vez el camino del placer que tan magistralmente aprendimos a explorar juntos en otras épocas. Nunca he creído que seamos lo que somos a través de los ojos que nos miran, pero lo cierto es que entonces  yo volví a sentirme hermosa y deseable. La magia de su abrazo recompuso los jirones de mi ego roto. Solo el futuro diría si las costuras iban a resultar dolorosas o no.

            Desnudos, aún abrazados sobre la alfombra, reímos como dos adolescentes despreocupados cuando le dije a Miguel.

            - ¿Te das cuenta de que  has sido infiel a tu amante con tu ex mujer? ¿Se lo vas a contar?
           
            Un beso ávido, inolvidable, preludio de nuevos placeres, precedió a su respuesta.

            -  Me he equivocado. Soy un necio. ¿Me puedo quedar? Te prometo…

-  No.  

Le atajé rotunda. Sin fisuras. No había duda. Tras el dolor por la soledad  impuesta, acababa de descubrir el valor de la soledad buscada como tributo a pagar por la libertad absoluta. Ahora me sabía dueña única de mi tiempo, de mis decisiones y del mando a distancia. Con los hijos ya emancipados, sin deberes ni obligaciones, mi vida me pertenecía  por primera vez.

-         Pero puedes volver…sugerí con picardía.

Al día siguiente, el timbre volvió a sonar con impaciencia. Me acababa de convertir en una amante clandestina. Y me gustó.

PRESENTACIONES:

Algunos autores de los relatos incluidos en 150 rosas nos reunimos para presentarlo en la feria del libro de Castellón junto con Sergio Guinot, editor de Divalentis.

 
En Mayo lo presentamos también en la cafetería Alejandría.